El escritor Quim Monzó relataba el pasado domingo que en Nueva York la proliferación de indigentes en las calles ha sido tan evidente que un artista se ha dedicado a comprarles los rótulos que usan para pedir dinero. A 20 dólares por rótulo, ha utilizado decenas de ellos para preparar su exposición sobre la pobreza urbana.
La Vanguardia relataba el pasado 21/1/2014 que España es el segundo país de Europa con mayor desigualdad económica según la ONG Oxfam. Al albor de esta desigualdad provocada por la crisis económica, el paro, la inmigración ilegal, etc. se ha incrementado en todas las ciudades españolas un ejército de recogedores de chatarra. Siempre existieron pero ahora es más evidente. Lejos de ser una actividad endémica española, es un sistema de vida en si mismo que prospera en cualquier ciudad del mundo. En España se les viene denominando
falsamente como particulares, cuando en realidad sería más correcto llamarlos recuperadores informales, recicladores de base (referidos a la pirámide jerárquica de la recuperación) o recuperadores primarios (por ser los primeros que empiezan a recuperar capilarmente). Se estima que en el mundo existen cerca de 15 millones de personas que viven de esta forma de reciclaje, aproximadamente el 1% de la población urbana en los países en vías de desarrollo.
En cada país se les llama de forma diferente. El nombre más conocido es el mejicano de Pepenadores. El origen del nombre no procede de San José, sino de la palabra náhuati “pepena” que significa recoger, seleccionar cosas entre un montón de ellas. En Centroamérica se les llama buzo. En Brasil, catador. En Argentina, Ciruja. En Paraguay, Ganchero. En Guatemala, Churupero, etc.
Que nadie piense que es un fenómeno sudamericano con más de 3,8 millones de pepenadores en todo el subcontinente. En China se calcula que existen unos 2,5 millones muy a pesar de la revolución de Mao. En Europa, a pesar de la aparente prosperidad, reciben un nombre diferente en cada país. En Francia, biffin o chiffonniers. En UK, wastepickers. En Alemania, Pfandsammler (recolectores).
Lejos de ser una actividad en extinción, o una actividad marginal y aislada, actualmente existen más de 1.000 agrupaciones
de recicladores, entre cooperativas, gremios y asociaciones y cuyo propósito busca principalmente mejorar las condiciones
laborales. Existe una organización mundial que agrupa a las asociaciones que existen en cada país: http://globalrec.org/es/
Sorprendente, ¿no?
En México, desde principios de este año (2014), se pretende que los establecimientos de chatarra que les compren los identifiquen con su tarjeta de identidad y les hagan una retención del 5%. Todavía es pronto para conocer las consecuencias.
En Francia, UK y Portugal está prohibido comprarles en efectivo desde hace unos dos años. En este último país incluso es
necesario conservar las grabaciones del circuito cerrado de TV. En Bulgaria se prohibió por ley, pero no tan sólo no ha desaparecido la actividad, sino que se ha creado un mercado paralelo que les compra abusando de su precariedad legal.
En Alemania ha surgido una estirpe actualizada de recolectores a la sombra del SDRR. Son los PfandsammlerInnenque (Recogedores de envases). Este negocio nació el primero de mayo del 2006 después de aprobarse la ley que obliga a los comercios alemanes a cobrar un depósito (entre los 10 y 25 céntimos de euro p/u) en la venta de envases de bebidas. La ley convirtió a cada alemán en un modélico reciclador… pero con la ayuda de miles de pepeneadores germánicos. Eso sí, en Alemania tan organizados como siempre. Han creado una web para que el consumidor pueda encontrar al recolector más cercano (http://pfandgeben.de). El creador de la web, Jonas Kakoschke, comentó “Después de cada fiesta o reunión con mis compañeros de piso quedaban decenas de botellas en la cocina. Con un amigo pensamos que sería de gran ayuda avisar a los recolectores de botellas más cercanos: en mi cocina tengo muchas botellas y las puedes venir a recoger”.
Otro pepeneador alemán, Eduard Lüning, se ha hecho famoso y rico recogiendo los envases en cada uno de los festivales musicales que se celebran cada año: Loveparade de Berlin, Punkrock Festival in Hünxe fährt Lüning , el »Rock am Ring« de Nürburgring, etc..
Dice ganar unos 10.000€ al mes y para ratificarlo ha escrito un libro que los amantes de la lengua de Nietzsche podéis encontrar en Amazon.
Quienes piensen eliminar esta vergonzante actividad de espigadores urbanos lo van a tener difícil. Es una práctica tan mal vista como habitual en una sociedad que despilfarra constantemente materias primas en cualquier ámbito de su insaciable consumismo.
Aquellos legisladores que quieran erradicar esta, no siempre insalubre actividad, les va a ser tan difícil como erradicar la prostitución. Desde todas las asociaciones españolas de recuperadores se están planteando soluciones constructivas para encauzar esta actividad queno tan sólo se origina alrededor de las basuras municipales sino que llega capilarmente a cada rincón de la geografía española, mayoritariamente con lícitos fines.
Creo que tenemos la oportunidad y responsabilidad de regular esta actividad. Que muy a pesar de muchos seguirá persistiendo. Que seguir mirando hacia otro lugar perpetuará la alegalidad de la situación. Nadie como las asociaciones de gestores de residuos para orientar a la administración sobre cómo encauzar esta milenaria actividad (la de aprovechar lo que otros desprecian), evitar abusos sociales, impedir la receptación, prácticas agresivas al medio ambiente, etc.
No es fácil, pero en cualquier caso se trata de construir un futuro más justo y respetuoso dentro de la
legalidad.