Unos 24.000 trabajadores asturianos se verán afectados por el convenio colectivo del sector metal correspondiente a 2010 que empresarios y sindicatos firmaron hoy en la sede de Femetal. Así lo anunciaron el presidente de Femetal, César Figaredo, y los secretarios generales de las federaciones asturianas del sector de UGT y CCOO, Eduardo Donaire y Maximino García, respectivamente, quienes recalcaron que se trata de un convenio «de transición» que no satisface a ninguna de las partes pero que persigue el mantenimiento de la actividad económica y el empleo.
Unos 24.000 trabajadores asturianos se verán afectados por el convenio colectivo del sector metal correspondiente a 2010 que empresarios y sindicatos firmaron hoy en la sede de Femetal. Así lo anunciaron el presidente de Femetal, César Figaredo, y los secretarios generales de las federaciones asturianas del sector de UGT y CCOO, Eduardo Donaire y Maximino García, respectivamente, quienes recalcaron que se trata de un convenio «de transición» que no satisface a ninguna de las partes pero que persigue el mantenimiento de la actividad económica y el empleo.
Donaire, por su parte, indicó, en rueda de prensa en la sede de Femetal, que se trata de un convenio de transición por periodo de un año, enmarcado en el contexto nacional de Negociación Colectiva, que no toca prácticamente ninguno de los artículos del convenio anterior, a excepción de las tablas salariales, cuya subida será de un 1,5 por ciento con una cláusula de revisión referida al IPC real. También se acordó que las fiestas de cara a excesos de jornada se fijan en el 7 de diciembre y el 11 de octubre.
Según el representante de UGT, el objetivo es que si la crisis remonta a mediados de este año se pueda plantear en octubre o noviembre una negociación «por más largo plazo» y donde se abarquen todos los artículos.
Por su lado, García señaló que el convenio no satisface a ninguna de las partes, ya que las pretensiones de los sindicatos eran «más ambiciosas». No obstante, remarcó que debido a la crisis el momento no era el adecuado y se optó por este convenio de transición por la viabilidad de las empresas y el mantenimiento del empleo.
Asimismo, explicó que el compromiso es a partir de octubre hablar de una nueva negociación, ya que es preciso, a su juicio, adecuar la realidad al mercado laboral. García también destacó el esfuerzo y la sensatez mostrada por todas las partes negociadoras, teniendo en cuenta el alto número de trabajadores afectados y también de empresas, ya que sólo están excluidas las que gozan de convenio propio.
En cuanto a los puntos a negociar a partir de octubre, CCOO resaltó que el objetivo es intentar romper «con la monotonía» de anteriores negociaciones y reconoció que es algo que no supieron hacer en tiempo de bonanza. Entre otras cosas, apuntó a la necesidad de una mejor estructura y cualificación profesional, para adecuarse a la realidad y a las necesidades de las empresas.
Sobre estas reivindicaciones, Donaire concretó que el convenio debe enriquecerse en el futuro y reflexionar sobre la validez de tomar de referencia del incremento salarial el IPC en vigor, en los niveles actuales.
Por todo ello, apostó por tener en cuenta el Acuerdo Nacional de Negociación Salarial que recoge una subida del dos por ciento para 2011, redireccionar la Formación Profesional a las necesidades reales, incidir en eliminar la «lacra» de la accidentalidad laboral, remodelar las categorías profesionales y abordar asuntos de tipo social como fondos de pensiones o igualdad de género.
Asimismo, solo en Femetal, de 505 asociadas entre el 60 o 70 por ciento estará sujeta a este convenio de transición. A este respecto, Figaredo añadió que se buscó un punto de equilibrio y se decidió entre todos no firmar por más de un año, ya que nadie sabe qué va a pasar. Además, se mostró optimista ante la respuesta dada por el sector ante la crisis económica, al haber avanzado en muchos asuntos como la renovación tecnológica o la inversión en formación.
De hecho, reconoció que hace unos años esta crisis hubiera supuesto la desaparición de la mitad de las empresas y, aunque algunas «pero pocas» dijo que quedarán por el camino, no tuvo dudas para afirmar que los trabajadores que han quedado en paro podrán recolocarse una vez que haya mejorado la economía.
Más o menos optimista también se mostró Donaire, quien indicó que en 2009 el número de EREs había sido de 91, lo que supuso una subida «bestial» respecto a 2008, con 11. No obstante, recalcó que, de los 3.800 trabajadores del metal afectados, sólo hubo 71 por extinción de contrato. Es por ello que señaló que no se notó con «especial virulencia» los expedientes de extinción, además de remarcar que de los más de 3.000 empleos perdidos en 2009, la mayor parte fueron de trabajadores eventuales.
Frente a este panorama, García matizó que no parece que vaya a haber una solución «inmediata» y juzgó «difícil» que se pueda recolocar a todos los 3.000 nuevos parados por la crisis. Pese a ello, indicó que es cierto que la última cifra del paro «no es mala» y que no se está «en caída libre», sino que se está estabilizando la situación del desempleo.