Expertos del Teagasc (Organismo para el Desarrollo de la Agricultura y la Alimentación) y el University College de Dublín afirman que los residuos urbanos pueden suponer una fuente importante de material de compostaje orgánico para controlar enfermedades en las plantas.
Uno de los mayores retos que apremian hoy en día a la sociedad es qué hacer con las montañas de desperdicios generadas. El reciclaje ya ha encontrado su hueco en los hogares, pero aún queda encontrar una forma de reducir la cantidad de vertederos, que ya superan los 150.000 en Europa. Según investigadores de Irlanda la solución puede ser la producción de compost.
Haciéndose eco de la Directiva comunitaria sobre vertederos, dedicada a prevenir o reducir los efectos negativos en el medio ambiente y la salud humana del vertido de residuos durante el ciclo de vida completo del vertedero, la «Estrategia nacional irlandesa sobre residuos biodegradables» indica que existe un desfase entre la producción de residuos biodegradables urbanos prevista y el volumen máximo permitido de vertederos para estos fines.
Métodos alternativos de tratamiento
Los objetivos de los Estados miembros de la Unión Europea deberían ser encontrar y aplicar métodos alternativos de tratamiento y aprovechar los productos residuales orgánicos. Los investigadores indican que la fabricación de compost es una de las mejores maneras de reducir la cantidad de residuos urbanos biodegradables que van a parar a los vertederos europeos.
«La fabricación de compost a partir de residuos orgánicos presenta varias ventajas frente a su abandono en vertederos, para empezar la reducción del volumen de desperdicios», aclaró el Dr. Michael Gaffney del Teagasc. «Se trata de un proceso aeróbico que genera dióxido de carbono, mientras que en los vertederos el proceso es principalmente anaerobio y produce metano. Además, el compost puede ser utilizado como fertilizante y medio de cultivo hortícola.»
Dado el aumento del interés y de la actividad en el proceso de compostaje, conviene que Europa comience a buscar el mercado adecuado para estos productos, por ejemplo en la horticultura, un sector que podría aumentar el empleo que hace del compost para mantener las plantas sanas.
Los investigadores indican además que la materia orgánica convertida en compost es capaz de suprimir varias enfermedades transmitidas por el suelo. Una de ellas la generan patógenos Oomycetes como la Phytophthora, más sencilla de eliminar que otras especies fúngicas como la Rhizoctonia. Gracias a las bacterias y los hongos presentes en el compost, que sirven para realizar un control biológico contra patógenos vegetales, se reduce el riesgo de enfermedades. «Colonizan la superficie de las raíces en una relación de comensalismo con la planta y establecen una barrera que impide la colonización de patógenos y la infección de la raíz de la planta», indicó el equipo. Cabe señalar que en los estudios iniciales la eficacia de esta medida supresora para suprimir enfermedades no fue constante por la propia variabilidad de las materias primas.
Según los investigadores, la generación de un compost que sirva contra las enfermedades y que sea consistente beneficiará a los agricultores gracias al descenso de costes derivado de un menor empleo de plaguicidas.
Además, cada vez es mayor la determinación que existe para proteger a las plantas contra enfermedades. Adoptada en 2006, la Directiva comunitaria sobre el uso sostenible de los plaguicidas pretende establecer unas normas mínimas para el empleo de estas sustancias en la UE con el fin de garantizar que la salud humana y del medio ambiente esté a salvo de ellas.