Los vaivenes de las materias primas vuelven loca a la economía. Unas inversiones que se caracterizaban por su estabilidad y que tradicionalmente actuaban como valores refugio de inversores temerosos han comenzado a jugar en la liga de la especulación y el caos.
A los inversores les cuesta aceptar que la plata puede rebotar un 80% en sólo tres meses y caiga a continuación de forma abrupta un 27% en sólo unos días. Ese descenso se da también en el plomo (pierde un 19% desde los máximos de abril), el cobre (-10%) o el níquel (-7%). Unas bajadas en línea con la estrella entre las materias primas, el crudo. El barril ha pasado este año de los 93 dólares a finales de enero a los 127 a últimos de abril para volver a caer un 13% en sólo unas jornadas. Son unos movimientos no aptos para cardiacos.
Mientras algunos inversores y analistas hablan abiertamente de que las materias primas están inmersas en una burbuja que puede explotar en cualquier momento, otros sostienen que aún les queda recorrido para crecer.
Estemos delante de una burbuja o no, lo cierto es que la alta volatilidad origina una inflación que se está intentando contener en zonas como Europa con subidas de tipos. El encarecimiento del precio del dinero frena y ralentiza la recuperación, en especial en los países periféricos como España. Los bancos centrales son conscientes de ello, y por eso el lunes Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), en nombre de los supervisores avisó de que la «volatilidad observada recientemente» en los precios de las materias primas provoca «un gran impacto en la inflación».
Sofía Rodríguez, directora de macroeconomía de Banc Sabadell, precisa que «se puede decir que la subida de las materias primas no sólo deriva de la demanda física para la fabricación, sino que hay un interés financiero». Aunque avisa que la situación no es homogénea en todas las materias primas.
«¿A qué obedecían las subidas? A que esos metales actuaban como inversión refugio», señala el experto en materias primas de Banif, Felipe Arrizubieta. Hasta ahora, era el oro el que actuaba como valor refugio. Por eso, la subida de la plata se debe casi exclusivamente a movimientos especulativos. Javier Niederleytner, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), insiste que «mientras el oro es un bien inversor habitual, la plata no». Ivan Pasqual, director para Iberia de Ishares (BlackRock), precisa que «la corrección de la plata vino propiciada principalmente por un aumento en el margen necesario para operar en derivados».
Muchos inversores compran oro y plata para evitar los vaivenes de la inflación. Lauren Romeo es gestor del fondo estadounidense Legg Mason: «Los inversores están buscando refugios ante la amenaza futura de inflación comprando activos tangibles como plata y oro, no sólo en Estados Unidos, sino también en otros países”. Precisamente, este fondo invierte un 15% de sus recursos en materias primas por el fuerte potencial de revalorización que espera.
Sofía Rodríguez, de Banc Sabadell, reconoce que las caídas de los últimos días se deben a que “disminuye el interés financiero” por esas inversiones. Pero también reconoce que en determinadas materias primas también afectan las “dudas sobre el crecimiento de los países emergentes. El recalentamiento de esas economías podría implicar que se frene el crecimiento mundial y, por lo tanto, la demanda de materias primas”. Un tercer elemento, a juicio de Rodríguez, es que “se reduce la liquidez internacional”. Como consecuencia de la subida de los tipos de interés, se encarece la obtención de créditos que los inversores utilizan para reinvertirlos en materias primas.
El director del Colegio de Joyeros de Barcelona, Juan IgnasiMoreu, señala que en el 2008 en todo el mundo se compraron unos 18 millones de onzas de plata para inversión mientras que el año pasado se adquirieron 178 millones de onzas. Moreu matiza que hay una parte del incremento que sí obedece a la demanda. “Los dos principales mercados son China e India, donde sus joyeros compran la mitad de la producción mundial”. En cambio, en los países desarrollados como España se está contrayendo el consumo de oro pero, al mismo tiempo, aumenta la compra de plata que los joyeros utilizan como alternativa, pues es más barata.
Al margen de los metales preciosos, los necesarios para la industria como el cobre, el níquel o el zinc se mueven por otros parámetros. Arrizubieta señala que “en esos casos, detrás de la volatilidad, el alza obedece en parte a una mayor utilización de los países emergentes”. Sandhar es una empresa catalana que trabaja en el sector del aluminio. Su director general, Joan Vilar, afirma que “el precio del aluminio depende de la demanda de los países asiáticos, ya que cuando se vende más en Asia sube el coste en Europa”. Vilar matiza que para las empresas, las oscilaciones no son tan marcadas y se tarda unos meses en que se repercuta. “Desde los mínimos del 2008, el precio del aluminio se ha duplicado”, añade.
Con el resto de los metales, el alza que se ha producido obedece a razones similares. El presidente de Mirabaud Gestión, Antonio Hormigos, cree que “la evolución de los metales está vinculado a las divisas”. En cualquier caso, el miedo a que estemos inmersos en una burbuja siempre existe. Pero la materia prima que más preocupa es el petróleo.
El alza del crudo sí que repercute de forma directa en el crecimiento económico. Sofía Rodríguez señala que –según la literatura económica– por cada 10 euros de incremento del precio del barril de petróleo se reduce en 0,2 puntos porcentuales el crecimiento de un país desarrollado como España. La previsión de Rodríguez es que el crudo se estabilice este año en el en torno de los 110 dólares. En este caso, es la evolución del crudo lo que impacta en la la divisa. Cuando sube el petróleo, el dólar está más débil y al revés. En cambio, la debilidad del dólar sí que afecta al resto de materias primas y puede empujar al alza los precios.
Las divisas, el petróleo y otras materias primas están estrechamente interrelacionadas. Las crisis o los momentos de expansión se globalizan con rapidez.