Las materias primas enredan la crisis

06/07/2009

7/06/2009

En los peores meses que se recuerdan para la economía desde la II Guerra Mundial, el precio del petróleo ha subido un 88%. Y lo ha hecho con la demanda en franca retirada y los depósitos rebosantes de crudo. En paralelo, la cotización de los metales recupera parte del terreno perdido, cuando la producción industrial cae en picado. El oro apunta al récord de los 1.000 euros por onza. Y el trigo, la soja o el maíz rondan ganancias del 10% en las últimas semanas. Nadie dijo que entender esta crisis fuera sencillo, pero los mercados de materias primas lo ponen muy difícil.

«La especulación está volviendo en todas las materias primas», sentenció Abdalá el Badri, secretario general de la OPEP, cuando se le inquirió por las razones que han llevado al brent a rozar los 70 dólares por barril. «El repunte se debe en buena parte a la normalización del crédito», opone el último informe de Goldman Sachs. «Los precios de las materias primas se benefician de la mejora del sentimiento económico», agregan los expertos de Barclays, en referencia a los manoseados brotes verdes. Y siempre queda la fortaleza de la demanda china, el comodín de todos los análisis.

Más allá de explicar la escalada de las materias primas en plena recesión, la duda se centra en si las cotizaciones se desinflarán o en si esto es el principio de otra etapa de precios al alza. Una alternativa que complicaría mucho más la salida del laberinto en el que está la economía mundial.

El precio del petróleo, los alimentos y los metales protagonizaron hasta mediados de 2008 un ascenso meteórico. Eso se tradujo en una gran presión inflacionista en economías avanzadas y emergentes; y en una crisis alimentaria en varios países pobres. Finalmente, la sequía de recursos financieros, pertinaz desde la quiebra de Lehman Brothers en septiembre, dejó sin aire a las apuestas que se hacían en estos mercados. Y el argumento de que la economía se hundía acabo imponiéndose, lo que devolvió los precios a valores mucho más bajos.

Pero ahora, cuando los precios del consumo caen y se mira de reojo la amenaza de la deflación, el repunte de las materias primas da argumentos a los que creen que el mayor obstáculo a la recuperación económica vendrá del flanco opuesto. «Se eleva el riesgo de que haya una inflación significativa», constata Josep Oliver, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.

«A finales del próximo año, los mercados volverán al sitio en el que estaban a mediados de 2008», afirma Goldman Sachs, que vaticina un barril de petróleo cercano a los 100 dólares para entonces. Si el pronóstico se cumple, la inflación, en paradero desconocido ahora, reaparecería pasada de vueltas, con tasas cercanas al 5%.

El temor a un repunte de la inflación es, precisamente, uno de los motores de la revalorización de las materias primas. La paradoja es que esa reacción alimenta la espiral inflacionista. El mecanismo se puso en marcha tras la decisión de los bancos centrales de imprimir dinero para inyectar liquidez en la economía. Muchos inversores creen que el vertiginoso aumento de la masa monetaria llevará más pronto que tarde a más inflación. Y, para evitar que su dinero pierda valor, buscan refugio en activos como el oro. La depreciación del dólar -impulsada por el mayor recorte de tipos de interés en EE UU y el uso masivo de medidas extraordinarias para inyectar liquidez- abarata la apuesta por las materias primas, cuyo valor se fija en divisa estadounidense.

Las tradicionales dudas sobre si la oferta de petróleo, alimentos o metales será suficiente para abastecer la demanda mundial hacen el resto. «Está extendida la idea de que habrá escasez a largo plazo, pero también está claro que el mercado no sabe qué valor poner a esa escasez», explica Jorge Fernández, de Intermoney Energy. Es terreno abonado para la volatilidad y la incertidumbre, campo de juego favorito de los fondos de inversión más especulativos, que han retornado a las materias primas con fuerza.

Pero la diferencia entre los precios de las materias primas en los mercados de futuros y el valor que señalan la oferta y la demanda es «brutal», en palabras de un experto del Servicio de Estudios del BBVA. La Agencia Internacional de la Energía prevé una caída del 3% en el consumo de petróleo este año. Los productores ajustan la oferta, como ha hecho la OPEP en los últimos meses. Pero eso amplía su capacidad de responder con rapidez a cualquier repunte de la demanda, lo que junto al histórico nivel de los depósitos de almacenamiento debería presionar los precios a la baja.

A diferencia de Goldman Sachs, los analistas del BBVA creen que la debilidad de la demanda marcará un camino de vuelta a precios más razonables. Los expertos del banco español añaden que si EE UU sale antes de la crisis, como vaticinan casi todos los pronósticos, el dólar se revalorizará, lo que encarecería las compras en estos mercados. Pero lo que se puede dar por seguro es que, si la lógica financiera sigue ignorando las señales que envía el resto de la economía, será el debate sobre el funcionamiento de los mercados de futuros y de los fondos de inversión especulativos lo que cotizará al alza.