La crisis económica, los altos precios de las materias primas, la inmigración incontrolada y un aumento real de paro han provocado un crecimiento exponencial de recogedores de chatarras y cartones en nuestras ciudades. En carrito de supermercado, o con camiones y furgonetas destartaladas, decenas de chatarreros improvisados rondan buscando en papeleras, contenedores o iglúes.
Es difícil pronunciarse con claridad ante una actividad ilegal o quizás también alegal. Es difícil poner en un solo cesto a tal ejército de recogedores. El grupo es tan diverso que nadie se ha atrevido a ponerle coto. Entre ellos encontraríamos transportistas parados, vagabundos, desempleados que buscan desesperadamente ingresos, etc. También ladronzuelos que andan al acecho esperando una víctima vulnerable a la que pillen desprevenida. Entre éstos también están los que asaltan de noche los centros de recogida municipal o aquellos que vuelcan y vacían literalmente los iglúes metropolitanos de los materiales valiosos, dejando desparramado el resto de basura.
Desde la administración se ve como un mal menor. Mejor así que robando… SIC. Y mira por donde, aquí renace la función de asistencia social de nuestro heterogéneo sector.
El problema es que, socialmente, nuestro sector vuelve a relacionarse a actividades marginales o de pseudo delincuencia. Afortunadamente, no es así en una amplia mayoría. Pero mientras nuestra actividad es profesional, discreta, casi invisible, cientos de ilegales vuelven a promover socialmente los tópicos del sector. Esta problemática, simultáneamente a la triste actualidad de los robos de cobre, nos coloca diariamente en los noticiarios. ¡Calumnia, que algo queda!
Otro efecto negativo que causa al sector es la competencia desleal que provocan a los gestores transportistas de residuos autorizados. Para más agravio, en Barcelona han de obtener una segunda autorización para operar en la ciudad. El sector lleva muchos años reclamando encontrar una solución a esta duplicación con los permisos autonómicos, pero se argumenta que Barcelona se ha convertido en una ciudad de fuerte componente turístico y es necesario tener un censo especial por motivos de imagen. Una posición absolutamente contradictoria con la tolerancia ante los ilegales. La razón real esconde un afán recaudatorio. Actualmente hay decenas de camiones dando vueltas por Barcelona sin permisos y tan solo unos pocos legalizados. Hace escasamente un mes, una turista fue atropellada gravemente por un camión ilegal. Creo que ha sido la gota que desborda el vaso.
Estamos a pocas semanas de las elecciones municipales y creo que es un buen momento para que los candidatos incorporen en sus programas mejoras reales a los problemas de las ciudades. Como no me gusta denunciar sin proponer soluciones, acompaño varias propuestas de mejora municipal a esta editorial.
Primero. CONTROL. No se puede tolerar ningún camión sin autorización reglamentaria, sin seguros, inspección técnica (ITV), etc. Al igual que te multan por aparcar en zona de descarga, por los controles de alcoholemia o de velocidad, los camiones o furgonetas que no están legalizadas se han de parar y bloquear. Hace años que el sector tiene la sensación de que las multas son sólo para los legales. Esto ha de cambiar porque quien paga el estado de bienestar somos los que pagamos impuestos. Los municipios han de proteger a quienes los pagan y luchar contra quienes no. El control no nos molesta a los legales, ¡molesta que no persiga a los ilegales!
Segundo: SIMPLIFICAR. Se ha de intentar reglamentar para que quienes quieran regularizarse puedan hacerlo, aunque sea necesario rebajar los requisitos para todos. No es novedad que se ha generalizado la reducción de impuestos y tasas para aumentar la actividad empresarial ante la crisis que arrastramos. O todos con permisos, o nadie. ¡Basta de agravios!
Tercero: FACILITAR. Una solución que puede servir para provocar una transición suave al problema de los ilegales es clonar para el sector una solución que surgió en el barrio de El Raval de Barcelona. Hace unos años se creó una fundación (http:// www.ravalsolidari.org/) que solucionaba dos problemas complementarios: legalizar emigrantes sin empleo y cubrir una creciente necesidad de servicios de asistencia de ancianos. Probablemente, una fundación parecida podría ayudar a cumplir los requisitos a recuperadores que tuviesen voluntad sincera de hacerlo. Desde el sector estamos dispuestos a colaborar con la administración para ello. Nunca sobran recuperadores, ¡sobran ilegales!
Cuarto: PUNTOS VERDES PRIVADOS. Las esquinas de iglúes (papel, vidrio, envases) se han convertido en rincones sucios que nadie quiere tener cerca. La razón es que hace 30 años desaparecieron las traperías de barrio y cumplían una función socialmente adecuada. Hoy, con un consumismo desaforado, los residuos han aumentado exponencialmente y en cambio quedan cuatro traperos de barrio. Los alrededores de los iglúes se han convertido en cajón de sastre de residuos incontrolados. Allí mismo se desguazan televisores, aires acondicionados, neveras, etc..llevándose metales y dejando residuos sin valor a su alrededor. Actualmente, el ayuntamiento de Barcelona está creando pequeños puntos verdes que admiten todo tipo de residuos de los ciudadanos. Éstos son unidades de costo para las maltrechas economías municipales. Mi propuesta es conseguir que se construyan una en cada manzana de iniciativa privada que probablemente serian de menor costo para el erario público. No es nueva la idea. En otros países ya funciona así. ¡El sector privado es por definición más competitivo que el publico!
Quinto: DEPÓSITO. En mi opinión, la mayoría de electrodomésticos y equipos electrónicos tendrían que gestionarse su final de vida útil mediante la devolución de un depósito. Este depósito se descontaría a la compra de uno nuevo o contra entrega en domicilio de un gestor o de un punto verde. ¡Los gestores de residuos somos una red capilar desaprovechada!
Sexto: BARRERA DE ENTRADA. En mi experiencia, quienes no quieran legalizarse esconden la voluntad de desarrollar una actividad no deseable ni para el sector ni para la sociedad. No es deseable permitir la ilegalidad en el sector por la delincuencia que genera implícita. ¡Basta de agravios!
Bueno, señores candidatos, todavía es tiempo de añadir propuestas en sus campañas municipales. Nunca es tarde si la dicha es buena. De menor costo para el erario público.
No es nueva la idea. En otros países ya funciona así. ¡El sector privado es por definición más competitivo que lo publico!