Es realmente relevante que Barcelona vuelva a reunir un congreso mundial dos años y medio después del congreso del Bureau of International Recycling, máximo evento mundial de la recuperación. Más aun en medio de la difusión global del conflicto entre Catalunya y España. Barcelona, más allá de un conflicto político sin resolver desde siglos, sigue empujando su economía el mundo empresarial.
El próximo noviembre tendrá lugar en Barcelona el Circular Economy Hotspot Catalonia 2020. Reunirá unos 400 expertos internacionales y será una oportunidad única para mostrar iniciativas empresariales, estrategias gubernamentales y proyectos innovadores que están transformando la economía de Catalunya hacia la circularidad. El evento, coordinado por la Generalitat de Cataluña, tendrá lugar del 16 al 19 de noviembre y ofrecerá conferencias magistrales e itinerarios guiados para visitar soluciones circulares de diferentes sectores que tenemos en el país. El evento coincidirá con el Smart City Expo World Congress.
El Circular Economy Hotspot es una ocasión única para poner de relevancia actividades o productos que persiguen la circularidad desde el punto de vista medioambiental. Pero consideramos que es insuficiente ante los cada vez más evidentes síntomas de cambio climático y el agotamiento de las materias primas por un consumo desbocado.
Me refiero a que no se puede limitar a una actividad puntual. Es preciso activar desde todos los ámbitos posibles (empresarial, consumidores, ecologistas, recicladores, administraciones, etc.) actividades de recorrido y calado. Nuestros (y los del mundo en general) políticos carecen de la visión y determinación necesaria. La escultura de Isaac Cordal en Berlín titulada “Políticos discutiendo sobre el cambio climático” denuncia la inoperancia describiendo mediante un grupo escultórico de políticos debatiendo con el agua hasta el cuello….
Es evidente que nos encontramos en una transición ecológica de la sociedad. Que dicha transición está comportando un cambio de modelo paulatino desde el consumidor que empujará al modelo productivo. Que todavía se tiene una actitud tibia (digamos hipócrita) ante la producción de productos. Que todavía hoy se comercializan infinidad de productos para un solo uso. Que se diseñan los productos para vender más, aunque sea ecológicamente peor que el anterior. Que salen la mayoría de los productos sin estar diseñados pensando que alguien lo tiene que reciclar al final de su vida útil. Que se ningunea al sector que históricamente lo ha reciclado. Que quienes llevan décadas reciclando tienen mucho más que decir que los que ahora abanderan teorías “verdes”. Que hay infinidad de productos que nunca se deberían haber producido porque todos sabemos que son inreciclables.
Hace años que observo al consumidor. Carece de conocimientos y capacidad para saber qué producto es más y mejor reciclable. Y, con sinceridad, es una labor demasiado compleja porque contempla demasiados aspectos. Muy habitualmente los propios recicladores también reaccionamos impotentes ante la avalancha de consumo. Su criterio se ha ido moldeando conforme a la presión de los lobbies de productores que compiten con campañas de greenwashing pero que saca al mercado productos peor reciclables. También el consumidor, me incluyo, tiene un criterio incoherente entre su comodidad y su criterio (por ejemplo, en los envases). El vidrio es claramente vencedor en cuanto a ser neutro respecto al contenido, pero no es tan ecológico si se contempla su peso con respecto al peso del producto. Las botellas de PET serían claramente vencedoras en el aspecto de transporte, pero no así en su producción, menos aún en su reciclado. Aunque lo puedan ser al 100 x 100 la realidad está muy alejada. Las latas lo serían por su alto precio de recuperación que lo facilita, pero suspenderían también en los costes energéticos de producción, etc.
Creo que el momento es propicio para la creación de un instituto independiente (formado por universidades de ingeniería y/o diseño, recicladores, etc.) que pueda valorar la reciclabilidad de los productos que diariamente se lanzan al mercado, desde la extracción de la materia prima hasta el porcentaje final de reciclabilidad real (contemplando la logística). Y, en el caso de los productos con mejor nota de circularidad, empujaran a su demanda.
Creo necesario enfocar la labor de control administrativo al productor o importador, en detrimento del reciclador, que poco puede hacer sin un diseño en origen. Creo, sinceramente, que no podremos hablar de economía circular hasta que la administración ponga la lupa mas en lo que se comercializa, cómo se diseña, que en la manera en cómo se recicla (que también). En construir una hoja de ruta hacia la circularidad plena.
Es adecuado renombrar al Ministerio de Medio Ambiente como de transición ecológica, pero creo necesario aplicar la transición a todos los factores y ponerle tiempos. La economía circular ha venido para quedarse, pero se tiene que reflejar en proyectos concretos, medibles, alcanzables, relevantes y acotados o permanentes en el tiempo.
Por último, felicitarles el año nuevo que representa esta vez, además, cambio de década. Los felices (o locos) años 20 del siglo pasado dieron esperanza a la humanidad al pensar que iba a desaparecer la pobreza, el hambre, la falta de vivienda o de vestimenta. 100 años después, con una evolución tecnológica increíble para nuestros bisabuelos, seguimos sin resolver los problemas de la humanidad habiendo creado de nuevos.
La velocidad de los cambios será cada vez más endiablada. Se prevén cambios radicales en infinidad de campos. Aspectos casi de ciencia ficción como internet de los sentidos, hombre hibrido, el alargamiento de la vida, la llegada a Marte, la curación de viejas enfermedades incurables, etc. Pero también amenazas como las guerras geopolíticas por materias primas o simplemente por el agua, o las mega urbes, el desborde de la población mundial, o las migraciones provocadas por, entre varios factores, la desertización del planeta, etc.
A pesar de las tinieblas, soy de los que veo el vaso medio lleno. El futuro será tortuoso, pero será mejor que el pasado. Existen y existirán muchas incógnitas por resolver, pero se evoluciona. El sector no será ajeno a estos cambios y diría que seremos más relevantes de que lo fuimos en el pasado.
Lo dicho, ¡¡¡buen año 2020 !!!