En la economía circular se aprovecha casi todo

26/04/2021

Contenedores de basura inteligentes que indican, a través de unos sensores, que el depósito ya está lleno. Camiones eléctricos conectados con GPS para optimizar las rutas de recogida. Sistemas de visión artificial con cámaras de precisión capaces de reconocer los materiales de desecho que llegan a las plantas de selección. Producción de biogás a partir de los restos orgánicos depositados en la basura mediante procesos de digestión anaeróbica.

El sector de la recogida y del tratamiento de residuos ha avanzado muy deprisa hacia la tecnificación de todos sus procesos e instalaciones. En pocos años se ha pasado de plantas totalmente manuales, vertederos sin ningún tratamiento previo y recogidas muy primarias a pulpos y puentes grúa que mueven los residuos automáticamente, brazos robóticos que separan materiales, reciclados químicos en biorrefinerías o seguimiento de materiales en la recogida selectiva mediante técnicas de inteligencia artificial (IA).

Hoy, las nuevas tecnologías ocupan un papel central en esta actividad industrial. Hasta el 50% de las plantas de reciclaje en Europa incluyen procedimientos automatizados de algún tipo, según la publicación Environment Journal. Y los avances se multiplican, ya que las inversiones en innovación que promueve el sector son cada vez mayores. Procesos en los que confluyen robótica, big data, IA, renovables, el Internet de las cosas industrial (IIoT, por sus siglas en inglés)…

«Todos estos avances tecnológicos disminuyen la huella de carbono mientras se presta un servicio más acorde a las necesidades de los ciudadanos y del medio ambiente. Además, se recupera más cantidad de materiales y se aprovechan otros que antes se desechaban, lo que evita que acaben en lugares que no deben», admite el vicepresidente de la Comisión de Medio Ambiente del Colegio de Ingenieros Industriales de Madrid, José Antonio Díaz Lázaro-Carrasco.

La gran amenaza

Al aumentar el porcentaje de residuos para su reciclaje, también se reduce la entrada en vertederos y posibles accidentes medioambientales como incendios o contaminación de las aguas y el subsuelo. Las previsiones apuntan a que, en 2030, la población mundial generará 2,59 billones de toneladas de residuos al año. Una cantidad descomunal que demuestra la importancia que supone una buena gestión de esta actividad para el futuro y la supervivencia misma del planeta.

«Al optimizar el proceso de recuperación y el reciclaje se consiguen reducir las emisiones de dióxido de carbono, en comparación a si ese material tuviera que ser producido de nuevo. Esto se traduce en un considerable ahorro energético frente a la industria extractiva, y en un máximo aprovechamiento de los escasos recursos naturales disponibles», recuerda la directora general de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER), Alicia García-Franco.

De hecho, las innovaciones tecnológicas en materia de residuos vienen de la mano de la transición hacia un modelo de economía más verde y circular. En ese camino ya iniciado hacia el residuo cero, las investigaciones siguen dos grandes líneas. «La primera se centra en desarrollar tecnologías que permitan aprovechar esa fracción resto —aquellos residuos que no son susceptibles de ser reciclados— en mezclas complejas de materiales que hoy por hoy hacen técnicamente inviable su recuperación», prosigue García-Franco.

Reciclaje valioso

El otro gran ámbito de la I+D+i en el sector pasa por optimizar la recuperación y el reciclaje de materiales muy valiosos como, por ejemplo, los que componen las baterías que impulsan el vehículo eléctrico. Las inversiones estarán centradas no solo en la recuperación de los metales contenidos en estas baterías (cobalto y níquel), sino también en el litio. Otro eje para el desarrollo de nuevas tecnologías en materia de gestión de residuos tiene que ver con la recuperación de algunas materias primas (litio, neodimio, entre otras) que son esenciales para la fabricación de aparatos electrónicos.

Las amenazas que supone el cambio climático, agravadas en el último año por la pandemia mundial de la covid-19, han demostrado que es más necesario que nunca avanzar con paso firme hacia un nuevo modelo circular de la economía. Y es en este punto donde las nuevas tecnologías y la automatización en el tratamiento de residuos ocupan un papel central.

 

PROYECTOS INNOVADORES

En España existen varias iniciativas pioneras en el ámbito tecnológico en las que participa la compañía Ecoembes. Una de ellas es Smartwaste, una plataforma que, a través del Internet de las cosas y el big data, es capaz de recoger todos los datos a lo largo del proceso de reciclaje, desde la recogida y el transporte en los camiones hasta la descarga de los residuos en planta. Este almacenamiento de datos en tiempo real, junto a su posterior análisis y estudio, permite disponer de toda la información necesaria para mejorar la eficiencia de los procesos de recogida, selección y reciclado de envases.

La recogida neumática de residuos urbanos es otro campo con enormes oportunidades. Se trata de un sistema de transporte que emplea redes de tuberías soterradas por las que viajan los residuos impulsados por una corriente de aire hasta una central. En España existen más de 70 circuitos de este tipo en cerca de 30 ciudades que ahorran cada año casi 364.000 kilómetros en rutas de camiones pesados por las calles y evitan la emisión de cerca de 390 toneladas de dióxido de carbono. «Sus ratios de eficiencia por tonelada de residuo recogido y consumo energético son difícilmente alcanzables por los sistemas de recogida con camiones. La energía eléctrica necesaria para el funcionamiento de las plantas puede generarse con paneles fotovoltaicos, y la incorporación de elementos de IA permite realizar controles y mediciones y abre unas posibilidades de uso cada vez más ajustadas a las necesidades de los usuarios», argumenta Carlos Bernad, presidente de Envac Iberia, una empresa especializada en la recogida y transporte neumático de residuos. Una opción que demuestra que la tecnología aún tiene mucho que aportar al sector.

Fuente: El País