EE.UU.: no más dinero por chatarra

25/08/2009

25/08/2009

Más de 620.000 estadounidenses optaron por canjear sus automóviles viejos.

El programa del gobierno estadounidense para impulsar ventas de automóviles llega a su fin, víctima de su propio éxito.

«Nadie me iba a pagar US$4.500 por esta camioneta que traga tanta gasolina», le dijo a BBC Mundo Elías Sanoja, un inmigrante guatemalteco residente en el área de Washington que finalmente pudo deshacerse de su vieja Ford Bronco de 1995 este fin de semana.

Nadie lo iba a hacer y nadie lo hará en el futuro, porque a partir de las 20:00 (hora local) de este lunes el gobierno estadounidense ha cerrado el programa que le permitió a Sanoja cambiar su auto y que en las tres semanas que duró se conoció como «Dinero por chatarra».

El propio éxito del plan marcó su rápida desaparición. Originalmente, la idea era que estuviera vigente hasta el feriado del Día del Trabajo, que en Estados Unidos es el viernes del primer fin de semana de septiembre.

El sistema era simple: cualquier persona con un vehículo viejo, no más allá del año 1984 y que consumiera menos de siete kilómetros por litro de gasolina podía ir a un concesionario y comprar un auto nuevo de un consumo no menor de nueve kilómetros por litro. Mientras más económico el carro, mayor el subsidio que recibiría.

Éxito mortal

La idea fue tan atractiva para los consumidores que el fondo del programa de US$3.000 millones se agotó, incluso después de que el Congreso le inyectara US$2.000 millones adicionales hace dos semanas.

Ahora depende del gobierno, del Congreso y de los gobiernos estatales que se impongan estándares más estrictos para el consumo de combustible
Clarence Ditlow, Centro para la Seguridad Automovilística
Para la mañana de este lunes, unas 625.000 personas habían solicitado compras bajo el esquema, lo que triplicó las estimaciones iniciales del Departamento de Transporte. Se espera que, en total, se hayan vendido hasta 800.000 nuevos vehículos.

Esto representó un aumento de las ventas para casi todas las marcas, pero las más beneficiadas fueron Toyota (que registró un incremento del 19%), Ford (18%), General Motors (15%) y Honda (13%).

Mientras el inventario acumulado desapareció gracias al programa, algunas fabricas tuvieron que recontratar al personal que habían despedido recientemente para producir unidades adicionales.

Efecto negativo

Aunque los compradores como Sanoja no dudan de lo beneficioso del sistema, algunos analistas estiman que sólo sirvió para subsidiar compras de automóviles que se habrían producido de todas maneras.

Ahora temen que el programa tenga el efecto inverso y genere una depresión en las ventas de los próximos meses.

El programa contribuyó a que las principales automotrices aumentaran sus ventas.

Para los ecologistas, en cambio, no se trata sólo de negocios y números. Consideran que sacar de circulación casi un millón de autos de mayor consumo y más contaminantes redunda en un beneficio ambiental incalculable.

El plan se acabó para los consumidores, pero queda en las hojas de balance de los distribuidores. Con cada venta que hicieron bajo el programa, tienen un carro viejo y documentos de los cuales deben deshacerse.

Los carros serán inutilizados para asegurarse de que no vuelvan al mercado de usados y su destino final será el desguasadero.

Los papeles tendrán que ser honrados por el gobierno y eso tiene algo nerviosos a no pocos de los dueños de concesionarios.

¿Cambio cultural?

Una idea de la cambiante preferencia del consumidor estadounidense es que, de diez vehículos más vendidos bajo el programa, ocho eran japoneses, mientras que de la lista de los diez carros canjeados todos eran estadounidenses.

Sin embargo, para Clarence Ditlow, del Centro para la Seguridad Automovilística, una organización con sede en Washington que representa a los compradores de vehículos, el programa gubernamental «tiene poco que ver» con el cambio de los patrones de consumo.

Ditlow aseguró a BBC Mundo que el plan no fue concebido como un enfoque ambiental, pero se alimentó de las preocupaciones de los compradores a la hora de buscar automóviles de consumo más eficiente.

«Ahora depende del gobierno, del Congreso y de los gobiernos estatales que se impongan estándares más estrictos para el consumo de combustible y que no se retroceda por las exigencias del comprador o porque los fabricantes quieran volver a los bajos niveles del pasado», afirmó.

Tras los aumentos en el precio de la gasolina registrados en los últimos años, los estadounidenses parecen más precavidos, como lo demuestra Elías Sanoja, quien a pesar de la nostalgia por su vieja Bronco no dudó en buscar un flamante sustituto entre concesionarios de autos surcoreanos y japoneses.