Economía circular honesta (ECH) (Revista Recupera 97)

01/01/2017

Desde el sector vemos con esperanza, y la vez con incredulidad, la ola social hacia la economía circular. Creemos que la principal novedad será una evolución imparable hacia los diseños más sostenibles. Tenemos la oportunidad y capacidad de interactuar con fabricantes para una producción más responsable desde su propia concepción. A fecha de hoy, el principal fracaso de los Sistemas Integrados de Gestión de Residuos ha sido no haber contado, desde el primer día, con la ayuda de los recuperadores de residuos de amplia trayectoria, en lugar de orientarse hacia nuevas empresas o, históricamente, gestoras de basuras. De tal manera los porcentajes de recuperación reales son decepcionantes.

Desde la administración catalana se tiene claro la apuesta para transformar la Agència Catalana de Residus, hacia la Agència Catalana de Economía Circular. La dificultad será que la economía circular precisa movilizar transversalmente la sociedad y requiere la implicación de otras consejerías y asociaciones empresariales. El día que a nivel político se decidió llamar “residuo” a un amplio espectro de materiales reciclables se hizo un flaco favor a la mayoría de ellos. A día de hoy, y con visión circular, pocos residuos lo son si se hacen las cosas bien desde el principio.

Desde algunos círculos empresariales, la economía circular produce más alergia que implicación. Parece que no está hecha para ellos, o se tiene el convencimiento de que será algo de los nietos. Todavía, a fecha de hoy, en general, pocas empresas ven la economía circular como una estrategia para mejorar las ventas. En realidad, su estrategia es poner palos a las ruedas o emplear técnicas de greenwashing en lugar de orientarse hacia una implicación honesta.

De forma cotidiana me sorprende que se sigan poniendo en el mercado productos de ECONOMIA CIRCULAR IMPOSIBLE (ECI). Productos que su reciclado es imposible, o el coste sería muy superior al valor. Por poner unos ejemplos: los envases complejos (más de un material) de las bolsas de sopa, ciertas tapas de yogurt complejas o las bolsas de patatas de aperitivos, sólo por poner tres ejemplos.

Otra cosa son los productos que podrían ser reciclados, pero que por su densidad específica, o por su dispersión geográfica, el proceso se convierte en complejo. Sería la ECONOMIA CIRCULAR DISPERSA (ECD), pero posible. Sería el caso de las capsulas de café, las tapas de yogur de un solo material (como por ejemplo el aluminio), o los envases de bebidas. En la práctica, si no se incentiva al consumidor con alguna gratificación económica, aparecen entre la basura (RSU o residuos sólidos urbanos). El sistema de depósito es una buena herramienta para conseguir que el consumidor recicle.

La verdadera ECONOMIA CIRCULAR concibe el producto pensando que un día se tendrá que reciclar con el mayor grado posible de facilidad, evitando mezclar materiales y permitiendo un fácil desmontaje. En esta onda es increíble que se mejore el producto, pero se empeore su capacidad de reciclado. Por poner otro ejemplo: los tapones del tetrabrick.

La vida acelerada que llevamos nos empuja hacia la comida rápida. Las principales empresas de fast food tienen una concepción nula de economía circular y además de llenarnos la bandeja de embalajes de un solo uso, mezcla de varios materiales, solo disponen de una sola basura donde se arrojan vasos de plástico con cajas de cartón, etc. Las compañías aéreas siguen el mismo patrón: muchos materiales y todos arrojados revueltos. Otro boom en comida son las empresas de comida precocinada que puedes llevarte a la oficina o consumir en el propio local. Su modelo de negocio, incipiente e innovador, no responde a un cuidado respeto hacia el consumo responsable de materia prima. Así, sus papeleras están atiborradas de latas, botellas de PET, bandejas, capsulas de café, etc. que, mucho me temo, acabarán en un vertedero. Son los negocios que no quieren replantear su negocio versus los envases que proporcionan para consumir sus productos. Sería fácil reciclarlos, pero en realidad es ANTI ECONOMIA CIRCULAR (AEC), la economía de despilfarro.

La función de la administración será caudal para que la economía circular pueda prosperar mucho antes de que las materias primas se agoten. Palo y zanahoria serán precisos para concienciar a algunos y dar soporte a otros pioneros.

La tecnología de la clasificación de residuos avanza a pasos agigantados, pero milagros no existen. El diseño responsable es todavía la excepción. Se diseña pensando en la venta y poco en su final de vida.

El sector de la recuperación será determinante para conseguir cumplir las crecientes exigencias para el reciclado que los fabricantes ponen en el mercado. Los fabricantes y la administración nos han de facilitar las cosas, no ir en contra nuestra como en muchos casos hasta ahora. Retos que tendremos que afrontar unidos si queremos que los nietos de la administración, fabricantes y recuperadores puedan disponer de materia prima para seguir consumiendo.

Xavier Riba,

Presidente del Gremi de Recuperació de Catalunya
xriba@gremirecuperacio.org

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Artículo Revista Recupera 97