Una de las seis mayores fortunas familiares, paradigma de la sociedad americana en el siglo XX, fueron los Rockefeller. Referentes del sueño americano, John D. Rockefeller, empezó vendiendo pavos y se convirtió en el hombre más rico del mundo tras crear el negocio de las refinerías de petróleo con su compañía Standard Oil. Las acciones judiciales contra el conglomerado de empresas de Rockefeller conllevaron la primera ley antimonopolio en Estados Unidos en 1911, en la llamada Clayton Act. 100 años después, los herederos de la familia Rockefeller anunciaron que venderán todas sus inversiones en combustibles fósiles para reinvertirlas en energías renovables.
No es un acto aislado y esnob de millonarios. Es parte de una creciente iniciativa global llamada Global DivestInvest. Por ejemplo, unos 650 filántropos y 180 instituciones que integran esta coalición se han desprendido de más de 50.000 millones de dólares en activos de combustibles fósiles. Según los informes, los compromisos de fondos de inversión, grupos religiosos y grandes universidades se han duplicado desde el inicio de 2014. Digamos que los Rockefeller iniciaron un efecto bola de nieve en las inversiones de energía renovable.
«Los Rockefeller iniciaron un efecto bola de nieve en las inversiones de energía renovable.»
Mas cercano en el tiempo y en el espacio, el llamado “jefe” del IBEX 35 español, Larry Fink se ha hecho también ecologista. Fink, junto Robert Kapito, son los copropietarios de la mayor gestora del mundo de activos, BlackRock. Con más de 7’4 billones de dólares de activos, es el mayor inversor de la bolsa española, con cerca de 20.000 millones en empresas cotizadas. Fink ha postulado públicamente la necesidad de orientar las empresas activamente contra el cambio climático y la contaminación. No pierde ocasión para manifestar que el momento de las finanzas verdes ha llegado y quien así no lo vea corre el riesgo de quedarse fuera de juego.
Por cierto, el Sr. Fink también reunió recientemente los ‘top’ del Ibex por la deriva España y la corrupción político – empresarial. Y da la sensación que este país no hay quien lo arregle si no vienen de afuera.
Tamaña imbricación existe en las élites extractivas que parecería que pertenecieran a otro país. Las élites extractivas de un país, según los economistas Acemoglu y Robinson, son aquellas que se apartan de la obtención del bien común y dedican sus esfuerzos a su propio bienestar y al del grupo al que pertenecen.
El divorcio social es creciente y parecería que las elites extractivas fueran los gestores de un país diferente al que viven.
España, potencia europea de sol y viento, sigue apostando por energías no renovables.
Somos ajenos, también, a la contaminación que provoca el plástico con los microplasticos. Son inconscientes de que llegará a sus hijos. Recientemente, la revista de divulgación científica, Environment International, ha publicado que los microplásticos ya se detectan en la placenta y sangre de fetos humanos en gestación.
La postverdad se ha infiltrado en la sangre de la sociedad y parecería que en base de repetir la misma mentira mil veces, se convierte en verdad. Las cifras de reciclaje oficiales son la postverdad de nuestro sector.
De ahí, el enorme interés en fiscalizar los volúmenes de nuestro sector. El sector lleva décadas reciclando lo rentablemente reciclable. La aparición de las leyes medioambientales no ha significado una mejora en las cifras reales. La incorporación de los fabricantes y distribuidores no ha contribuido a incrementar los volúmenes de forma evidente. Porque todas las plataformas nuevas han dado la espalda al sector que ya venía funcionando desde hace más de 100 años en España. La madre del Gremi, la Agrupación (ANR) se fundó en Barcelona en 1907.
De ahí a la necesidad de controlar crecientemente al sector, siendo, en realidad, un enorme lastre innecesario. La situación está llegando a límites inimaginables. A pesar del esfuerzo del sector por demostrar los costes de tamaño control, parecería que siguen aplicando, sin prisa, pero sin pausa, la “técnica síndrome de la rana hervida”.
La premisa es que, si una rana se pone repentinamente en agua hirviendo, saltará, pero si la rana se pone en agua tibia que luego se lleva a ebullición lentamente, no percibirá el peligro y se cocerá hasta la muerte. Pues eso, vamos a la muerte por asfixia burocrática.
Las administraciones están desenfocadas desde la creación de los ministerios y consejerías de Medio Ambiente. Desde 1993, el esfuerzo ha sido el control de los gestores. Al inicio fue necesario y adecuado. El sector se modernizó y los gestores se adecuaron a los nuevos tiempos.
“El sector lleva décadas reciclando lo rentablemente reciclable.”
Más allá de este periodo de adaptación del sector, la administración tendría que haber orientado sus esfuerzos en la parte de la gestión de residuos que no funciona. La lista es interminable:
La basura doméstica no funciona. Tan solo hay que visitar una planta española de gestión de basuras. En ella se tolera a la sociedad y a las empresas responsables de su gestión a verter miles de toneladas de materias primas. Revisar el contenido de cualquier contenedor municipal facilita entenderlo. No hace falta abrir las bolsas, que también. Los contenedores, o los sistemas subterráneos son cajones de sastre de materias primas que difícilmente pueden destilarse y acaban vertiéndose o incinerando.
La separación selectiva tampoco funciona. Ni cumple objetivos, ni su calidad sería adecuada para ningún comprador internacional. En el informe sobre el nuevo Plan de Acción de Economía Circular aprobado esta semana por la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo (ENVI), instaba que la recogida separada de residuos es un requisito previo para el reciclaje de alta calidad y para mantener materiales y productos valiosos en el ciclo de reciclaje. El contenedor amarillo no se puede considerar una recogida selectiva porque mezcla envases de diferentes magnitudes y de ahí la pésima calidad que se obtiene.
Hace años invité a visitar tres plantas selectivas de envases al mayor recuperador mundial de latas de aluminio. Se sorprendió que, a pesar de la ingente tecnología, la calidad fuera tan baja. Le propuse venderle cientos de toneladas de esa calidad para procesarla en sus plantas en los USA. Me contestó: Nosotros no compramos basura…..
En los contenedores de basura orgánica tampoco se consigue calidad suficiente para una comercialización adecuada como compost.
Los llamados ecoparks han sido un fracaso porque el problema arranca en fomentar la recogida mezclada de residuos que luego la tecnología todavía no consigue resolver.
Las deixallerias o puntos verdes no funcionan en la inmensa mayoría y, como gestor de materia prima secundaria, he sentido vergüenza al ver como gestionan en infinidad de municipios. Cualquier agremiado nuestro, a buen seguro, la gestionaría mejor. El problema arranca en las bases de adjudicación.
A pesar del control que padecemos como gestores, la administración no ha conseguido eliminar la lacra de las instalaciones ilegales.
La disociada aplicación de los cánones de vertido en diversas regiones y su laxitud en la gestión han hecho aparecer un creciente tráfico interregional de basuras en España. Intentar resolver este problema con una obsesiva fiscalización del sector es una deriva. Matar moscas a cañonazos.
En sector, debilitado por las sucesivas crisis económicas sobrevenidas, está harto de la desconexión de la administración hacia la resolución de los problemas reales en la gestión de residuos y ha dicho basta.
Basta, porque al final acabaremos como la rana. Sin nosotros, los residuos en España, tristemente, funcionarán mucho peor. Nuestra propuesta va dirigida a dignificar al gestor: entra residuo y sale materia prima secundaria. Y la materia prima secundaria no requiere más control que su información anual.
En el caso del residuo, sólo es necesaria su trazabilidad si es peligroso o sin valor. Es ridículo, y costoso, controlar materiales que si quedan en el suelo desaparecen.
En la gestión de RAEES es ridículo aplicar normas más estrictas que en el resto de la CE. Fomenta el fraude y la salida de empresas honestas. Lo he dicho en esta tribuna hace meses: una aplicación paulatina como se hizo con los automóviles.
Es legalmente defendible que no sea necesario compartir nuestro fondo de comercio de toda materia prima secundaria.
Las hojas de seguimiento sin coste. Los residuos no necesitan impuestos encubiertos, al contrario.
Como ciudadanos, estamos hartos de los enfrentamientos de los diferentes políticos sin aportar soluciones. La función principal de los políticos es la de negociar. No convertir las instituciones en un “sálvame de luxe político”. Las diferentes administraciones han de conseguir la máxima ecualización en la aplicación de normas y cánones en todas las regiones españolas.
Menos subvenciones, pero menores impuestos medioambientales solapados.
Mas control a los ilegales y menos a los legales.
Libre circulación de materias primas secundarias. Al igual que no existe control en las primarias ¿Por qué tendría que existir en las secundarias? La lista podría seguir, y seguir….
En resumen, el sector muestra un hartazgo sin precedentes ante tanto desenfoque. Ya hace décadas que los esfuerzos de las diferentes administraciones tendrían que orientarse a corregir modelos totalmente ineficientes en la gestión de residuos. Dejar trabajar a quienes generan miles de toneladas de materias primas secundarias, y concentrarse en evitar las minas del siglo XXI: los vertederos.