Agárrese, que vienen curvas (Revista Recupera 109)

01/04/2019

Muchos analistas vaticinan la pérdida de más del 50% de los empleos por las nuevas tecnologías en los próximos 15 – 20 años. Periódicos sin periodistas, bancos sin bancarios o comercio sin tiendas. No estamos quizás tan lejos, quizás más cerca de lo que creemos.

The Washington Post, del mismo propietario que Amazon, cubrió buena parte de las elecciones americanas con un software periodista llamado Heliograf.

Cada día que pasa vemos desaparecer nuestros bancos de nuestras calles o se acumulan los regalos navideños en nuestras oficinas vía Amazon o Aliexpress. Son solo tres ejemplos de los cambios radicales que conformarán el espectro laboral en nuestra sociedad en pocos años.

Nuestro sector no es ajeno a estos cambios y, cada vez, accedemos a más procesos automatizados en nuestros almacenes: mesas densimétricas, trituración por martillos o por cuchillas, Foucault, selección óptica por forma, color o materia, flotación húmeda o seca, inducción, etc.

Nuestras empresas no serán ajenas a la sociedad 4.0. La tecnología va a transformar nuestro sector, eminentemente comercial y analógico, a industrial y digital.

Y es que las máquinas no forman sindicatos (todavía), encajan mejor en la inestabilidad de los mercados, se equivocan cada vez menos y aceptan de gusto extenuantes jornadas laborales.

La tecnología ha permitido a nuestro sector incrementar nuestra productividad paulatinamente. Pero la evolución tecnológica de nuestras empresas no es tan reciente como creemos.

El pulpo ya aparece en el Libro de los mecanismos ingeniosos del siglo IX, inventado por los hermanos persas Banu Musa.

Leonardo da Vinci sentó las bases en el siglo XV de la mecánica moderna. Nuestras grúas no podrían articularse sin sus diseños.

Otra invención indispensable en nuestros negocios fue el camión volquete. A finales del siglo XIX, la Thornycroft Steam Carriage and Van Company de Inglaterra puso en el mercado el primer carruaje accionado todavía por vapor y con volquete incorporado.

La máquina más ambiciosa de nuestro sector, la trituradora, fue desarrollada en Texas por Alton Scott Newell en los años 50 del siglo XX. Newell se inspiró en las trituradoras de grano que había visto en Kansas de niño.

Recientemente, Mercadona ha sustituido sus carros metálicos que pluriempleaban los buscadores urbanos de chatarra, por otros de plástico. La novedad tecnológica es que se bloquean sus ruedas al salir a la calle. Otra novedad es que abandonan el depósito con moneda. Sorprendentemente, un año después de su implantación, la gente sigue depositándolos en los parkings de carros sin necesidad de utilizar la moneda. Existe un concepto mental que dice que cuando repetimos metódicamente una acción más de 21 días queda asimilado como hábito.

De igual manera, y con toda probabilidad, si en Escandinavia, después de más de 30 años utilizando el depósito en los envases lo eliminasen, la gente seguiría llevándolos a las máquinas sin esperar dinero a cambio. Bien por civismo, bien por hábito adquirido, bien porque el sistema ha conseguido interiorizar en los ciudadanos que los envases son dinero. No un residuo como reflejan nuestras calles. Además, estas máquinas se imponen paulatinamente en cada vez más países porque también lo hacen mejor que los humanos. La calidad digital de las máquinas de reverse vending es infinitamente superior a los analógicos iglúes cajón de sastre de nuestras calles.

No sé qué futuro nos espera con la sociedad 4.0, pero ha venido para quedarse. El ludismo fue un movimiento encabezado por artesanos ingleses en el siglo XIX. Protestaban contra las nuevas máquinas que destruían el empleo. Más de un siglo después se ha demostrado que sus fundamentos eran erróneos. Aunque, eso sí, cambiaron los oficios de forma radical.

Es evidente que las innovaciones tecnológicas van a seguir cambiando el nuestro, pero difícilmente podremos frenarlas. Podemos esperar ver como estos cambios suceden o evaluar el alcance en nuestras vidas y negocios. La involución nunca hizo avanzar a la sociedad.

Con toda probabilidad, la clase media va a sufrir mucho con estos cambios. A buen seguro, nuestros hijos vivirán peor que nosotros, pero tendrán tiempo para encajar su capacidad con la sociedad tecnológica que nos espera.

Se intentó frenar la música digital infructuosamente. Lo mismo con el cine o la venta de billetes de avión. Tantos sectores han cambiado que sería largo enumerarlos. Pero los cambios han venido para quedarse. Agárrese, que vienen curvas.

Xavier Riba,

Presidente del Gremi de Recuperació de Catalunya
xriba@gremirecuperacio.org

Descargar en PDF:

Artículo Revista Recupera 109