Pescando basura ¿reescribimos la historia? (Revista Recupera 103)

01/02/2018

La actualidad informativa esta desbordante. Incluso en nuestro sector. Hace apenas dos días, La Voz de Galicia titulaba: “Cepesca ha puesto en marcha la campaña Fish-Recycle. Consiste en la formación de más de un centenar de trabajadores pesqueros de Andalucía, Galicia, Valencia, el País Vasco y Cataluña en la recogida y gestión de las basuras marinas.”

Lo que a priori podría ser una noticia positiva amaga otra triste realidad: en el 2050 habrá más basura que peces en el mar y lo que es peor: “Preocupa la ingesta de micro plásticos por parte de las personas a través de pescados y mariscos. A día de hoy, se desconoce los efectos sobre la salud de los humanos.” Me parece encomiable la iniciativa de la Confederación Española de Pesca, pero me parece atacar la problemática global de los océanos a cucharillas.

Para complicar más si cabe la situación, el gobierno chino anunció el pasado julio que prohibiría a partir del 2018 ciertas calidades de materiales de reciclado.

Dicho y hecho, lo que parecía un farol, se ha demostrado de nuevo que el gobierno chino es una locomotora económica a fuerza de plan quinquenal. Por primera vez en la historia contemporánea, un Estado no plenamente democrático está en camino de convertirse en primera potencia mundial. Según qué parámetros se utilicen, lo hará este 2018. Hasta hoy, solamente las economías occidentales habían demostrado que se podía crecer económicamente, con parlamentos democráticos y políticas de libre mercado.

Pekín anunció que a, partir del 1 de enero, cambiaría las regulaciones del control de calidad de residuos que importa y notificó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) que prohibiría las importaciones de 24 categorías de material reciclable y desechos sólidos.

Las consecuencias han sido inmediatas. Para los 7,3 millones de toneladas métricas de desechos plásticos que importó China el año pasado de países desarrollados, incluidos la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, tendrán que buscarles otra solución. Otro dato relevante, tan solo de los Estados Unidos recibió 13,2 millones de toneladas de desechos de papel.

Ante el pánico global que generó el anuncio, el BIR, la OMC y los países exportadores apelaron a China para que postergara la prohibición y acordara un período de transición de cinco años. De momento, la prohibición se mantiene inflexible y todo indica que será irreversible.

Las consecuencias no se han hecho notar. Cientos de contenedores que España exportaba a China en residuos plásticos, residuos de papel y cartón buscan destino. El problema es que nadie tiene la demanda de materias primas de China. Consumen el 50% de cualquier commodity (acero, hormigón, aluminio, papel, plástico, etc.). La industria global de reciclado está buscando nuevos mercados potenciales para estos materiales, que podrían incluir a Tailandia, Vietnam, Camboya, Malasia, India y Pakistán. El problema es que todos ellos sumados no tienen el potencial de China. Nadie lo tiene. Por otro lado, cualquier movimiento de China conlleva un comportamiento mimético en sus vecinos. Ante esto, toca reformular la situación. La valorización energética podría ser una solución para los residuos plásticos excesivamente sucios y mezclados, pero ante un horizonte de agotamiento global de recursos y las consecuencias cada día más evidentes del cambio climático, no lo considero el camino adecuado.

Como consumidor sensible al medio ambiente, la única manera viable es la prevención (consumimos demasiados objetos de un solo uso). ReZero ha puesto en marcha una campaña para sensibilizar la sociedad y su despilfarrante consumo. Cinco familias han protagonizado a lo largo de un mes una experiencia destinada a comprobar hasta qué punto es posible vivir sin producir residuos. El proyecto se inscribe dentro de una tendencia Residuo cero.

Como recuperador vislumbro un horizonte enorme de negocio, pero que ha de resolverse mezclando menos en origen. Como implicar al consumidor y al productor de forma radicalmente distinta a la actual.

Los materiales que recibía China eran residuos que debido a su contaminación eran (y son actualmente) anti rentables procesarlos en España. En la práctica generan índices del 30 al 50% de impropios, que el único camino son los vertederos o la incineración. China, con un problema grave de contaminación ambiental del aire, está invirtiendo ingentes cantidades de dinero en filtrar las emisiones de sus centrales térmicas de carbón. No quiere que se le sume la contaminación de los residuos que occidente genera. China ya no quiere la basura occidental. Sí quiere nuestras materias primas.

Ahí radica el problema. Es un problema de concepción inicial. Ha habido una política de cantidad versus calidad de residuo. Hay un problema de considerar residuo a una materia prima. Hay un problema de concepción lineal y no circular de un objeto. Por eso llevamos años defendiendo los sistemas de depósito. Porque ejemplarizan la manera de como un envase nunca deviene residuo. Porque no hay nada que verter, clasificar y repatriar si no llega a convertirse en residuo.

Parecería que la problemática de los residuos de occidente ha llegado a una vía sin retorno. La oportunidad existe para recuperadores pero también para gestores públicos de pasar a la historia como quien entendió que había que reescribirla.

Xavier Riba,

Presidente del Gremi de Recuperació de Catalunya
xriba@gremirecuperacio.org

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Artículo Revista Recupera 103